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Cortometraje Argentino a paso fuerte

La revista 30 Días conversó con parte del equipo de producción, dirección y edición del audiovisual “La Cabeza”, que ha formado parte de la muestra en la Universidad de Almirante Brown, en Buenos Aires, dentro del marco de producción y edición.

Dicha obra fue seleccionada por el Centro Cultural Oesterheld para formar parte de una fecha de cortometrajes.

Los detalles en el detrás de cámara, los desafíos propios de llevar a cabo un proyecto de estas características.

Entrevista a Pablo Andrés Rial — Idea, guión y actor.

—¿Qué te inspiró a crear este mundo?

“No sé realmente qué me inspiró, si hubo un disparador concreto que me llevara a escribir algo así. La imagen fue espontánea. Lo que sí tengo claro es que me resultó muy potente la representación de una cabeza como figura traumática: aquello que se oculta frente a los demás pero nos observa de forma omnipresente, siendo objeto de flagelo y castigo. Es casi religioso. La idea original surgió hace algunos años, de un desencuentro que tuve. Fue en pleno aislamiento por la pandemia. La escribí una noche de insomnio y desolación, en medio de pensamientos rumiantes que no lograba detener.”

—¿Qué es lo que más te gustó de la película?

“Me agradó que, en mi mente, la idea original era sombría y lúgubre, pero a medida que el proyecto avanzó tomó un tono más cercano a lo tragicómico. Lo absurdo siempre estuvo presente, al igual que el surrealismo: una traducción del lenguaje onírico. Esa espesura cruel y simpática de nuestros propios fantasmas.”

—Sos el creador del guión y también interpretaste a Fernando, el protagonista. ¿Cómo que encarnar ese rol?

“Me sentí cómodo, muy comprometido con el papel. Realicé el guión principal y luego le fuimos haciendo algunos cambios junto a Darío Vallejos. Al personaje (Fernando) lo considero un ser extremadamente sintiente, asediado por las circunstancias tanto afectivas como mentales. Es alguien con quien logro empatizar, pero al mismo tiempo sentir cierto rechazo. Ese contraste me resultó interesante.”

—¿Cómo fue el trabajo con el equipo?

“Trabajar en conjunto siempre propone un crecimiento personal y colectivo, si uno está bien predispuesto a ello. Hubo un intercambio muy enriquecedor y una comunicación fluida. Se trabajó en un clima positivo, con un compromiso compartido que se nota en el resultado final.”

Entrevista a Yonathan Rodríguez — Actor. Personaje: La cabeza de Fernando

—¿Cómo es tu relación con la historia?

“Un amigo me presentó el guión. Me manifestó que había un personaje que yo necesitaba representar.
Al principio no le di mucha bola, pero como es un amigo de pura confianza empecé a leerlo y me voló la cabeza, si es que ese juego de palabras está bien utilizado. La propuesta me llamó la atención desde que la conocí, en otra versión. La relaciono en mi mente con una serie animada de los 90s llamada ‘The Head’, de MTV.

Me parece que todos poseemos alguna voz que juzga nuestras acciones diarias y cuando la mente no está tan lúcida, las voces se vuelven oscuras, violentas y autodestructivas.”

—¿Te costó representar al personaje? ¿Cómo te sentiste?

“Al principio sí. Más allá de la incomodidad de la puesta en escena, ¡imaginate! Tenía un cartón en el cuello, una sábana y estaba sentado en el piso con una tabla en la cintura. Sin embargo, después de unas tomas me empecé a sentir cómodo con los diálogos. Y también con las idas y vueltas con Pablo (Fernando), que me hizo sentir más seguro.
Creo que se vio la química. Hay tomas que son muy buenas y muestran la complicidad ntre los personajes que traspasan la pantalla.”

—¿Cómo fue el proceso de grabación?

“Estuvo muy bien, me interesó mucho el papel que representé. Es más, la producción me dejó ponerle mi impronta al personaje y sugerir cambios al guión que creo, quedaron muy buenos.”

—¿Creés que tu personaje representa una parte de lo que sufren las personas con depresión?

“No sé, es una situación muy difícil, generalmente no se nota, o sea, no notás que una persona está pasando por algo así. Y la mente seguramente reacciona de la manera que puede. En este caso, creando un personaje como el mío.”

—¿Qué es lo que te gusta de la película?

“Me gusta la idea de representar manifestaciones de la mente en algo más real. Quizás tangible, como la cabeza. Aunque no sabemos si es tangible o no. Queda a criterio del espectador. Creo que la segunda cabeza le da una vuelta de rosca y nos hace reflexionar en cuánto a las voces que tenemos internamente. Todos las tenemos. Algunas son buenas, otras no tanto.”

Detrás de cámaras: El día que la cabeza cobró vida. Un vistazo al proceso de creación.

La construcción de una cabeza

Desde el inicio del proyecto, el equipo de La Cabeza tenía claro que ese objeto sería el eje simbólico y visual de la historia.

Querían que funcionara como una presencia cotidiana, pero con cierta aura de superioridad. Sin embargo, los efectos especiales de alta calidad estaban fuera de su alcance presupuestario. Esa limitación, lejos de convertirse en un obstáculo,
los llevó a buscar soluciones más creativas: recurrir al ingenio y a materiales reciclados.

El desafío del cartón El primer paso fue construir un molde con cartón para simular el efecto de la cama. Según relatan los realizadores, utilizaron sábanas viejas, cuidadosamente rasgadas, para permitir la entrada de la cabeza del personaje.

Cada curva y cada sombra debían proyectar una ilusión precisa: la de una presencia real frente a la cámara.

Pero el cartón, frágil y maleable, se convirtió en un desafío en sí mismo. Fue necesario reforzarlo varias veces para evitar que se deformara.

La magia de la ilusión

El siguiente obstáculo fue lograr que la cabeza pareciera real y estática, sin giros que delataran la artificiosidad del truco.

“Teníamos que conseguir que estuviera inmóvil, que no respirara, que diera miedo por su quietud”, confiesan.

Para ello, combinaron soportes improvisados y trucos de cámara, sumando largas jornadas de ensayo y error.

Finalmente, el resultado superó sus expectativas. A partir de recursos mínimos, lograron construir una imagen inquietante y convincente. En esa economía de medios se revela, quizá, una de las claves del cortometraje: la imaginación como fuerza capaz de transformar lo precario en poético.

Una mirada desde la actuación

La actriz Ana Clara Leiva, parte fundamental del elenco, considera que el proyecto trasciende el formato audiovisual tradicional.

“Creo que este tema debe realizarse en una narración transmedia —explica—, ya que refleja y aborda una de las enfermedades más presentes en la sociedad: la depresión. La historia principal da lugar a diversas narrativas en donde se crean distintas perspectivas sobre el tema, buscando mostrar la vida cotidiana de una persona que lo traviesa y cómo esto impacta tanto en quien lo padece como en su círculo íntimo.”

Leiva también destaca el compromiso ético detrás de la propuesta: “Tratar esta narrativa transmedia es un desafío, tanto a nivel grupal como personal. Es importante abordarlo con respeto y aportar a desestigmatizar las cuestiones de salud mental, tan golpeadas en nuestro entorno hoy en día.”

En esa suma de voces —la técnica, la interpretativa y la emocional— La Cabeza encuentra su verdadera dimensión: una obra sugestiva, de gran impacto, que logra abrir un espacio de reflexión sobre la existencia, los pensamientos perturbadores y la convivencia con incomodidad frente a la propia naturaleza inherente del ser.

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