
4 Alcaiceria Granada 5 Monumento presentacion proyecto Colon 6 Federico en el rinconcillo del Café Alameda. Granada.
Teresa Fernández Herrera
Tengo muchas conexiones familiares y culturales con Granada, la ciudad más hermosa y con más poesía del mundo musulmán. Conexiones a través de mi familia paterna, conexiones lorquianas de las que tanto he escrito. Y mis posibles conexiones nazaríes.
En una reciente estancia en Granada, he hecho un recorrido histórico por algunos lugares donde estuvo o vivió Federico García Lorca. Cronológicamente, el trayecto empieza por el hoy número 50 de la Acera de Darro, primer domicilio familiar en la capital. El edificio actual no es el mismo y poco importa para la memoria.
Sin duda lo más emocionante fue mi cena en el hoy restaurante Chikito de la Plaza del Campillo, antiguo Café Alameda, donde durante años se reunió la tertulia literaria El Rinconcillo y donde hoy en día la escultura de Federico sentado a la mesa preside el histórico rincón. Muy cerca del antiguo café se encuentra la estatua de Mariana Pineda, mártir de una revolución que no fue y heroína lorquiana.
Es obligatorio pasar por la casa de la familia Rosales en la calle Angulo esquina a Tablas, hoy Hotel Reina Cristina, donde Federico vivió refugiado sus últimos días de libertad y donde fue apresado para ser llevado al gobierno civil, entonces en un edificio que hoy es Facultad de Derecho. Quizá donde Federico vivió sus últimos momentos de esperanza, porque sabía que los Rosales estaban procurando su libertad. Lugares para la memoria emocionada.
Aromas nazaríes.
Considero parte importante de la memoria lorquiana la Granada nazarí, antes zirí, almorávide y almohade. La Granada de la Alhambra, el Generalife, el Albaicín, el Corral del Carbón, la Alcaicería, el Zacatín. He estado alojada en un hotel en la Plaza Bib Rambla, (la puerta de la orilla del río) un edificio histórico, exquisitamente modernizado en su interior. El placer de lo nuevo en pleno centro histórico.
Estoy a un paso de la desaparecida Puerta Real (Bab Haqiqiun) que daba acceso a la Medina y Palacios de la Alhambra. Al otro lado de la plaza, la Alcaicería, la zona comercial elegante y el Zacatín o mercado de segunda mano, hoy como ayer, porque han conservado su aroma desde 1492. La Alcaicería conecta con la Granada de Fernando e Isabel, la Catedral y la Capilla Real y estas con la Gran Vía de Colón, en cuya orilla derecha ya nos encontramos en la parte baja del Albaicín y su paralela Calle Elvira. El Albaicín no es solo el barrio más precioso y antiguo de Granada, es un crisol de culturas. Hoy conserva intactos sus aromas nazaríes.
Frente a la Gran Vía de Colón, el majestuoso grupo escultórico de bronce, que representa al navegante y cosmógrafo Cristóbal Colón presentando a la reina Isabel, sentada en su trono en majestad, las llamadas “proposiciones”, en términos actuales proyecto de la travesía atlántica por primera vez en la historia, con un enorme error: Al otro lado de la Mar Océana no estaba el Extremo Oriente asiático… Granada es por tanto, la cuna del Descubrimiento, aunque esas “proposiciones” fueran presentadas en Santa Fe, en la vega, a diez kilómetros de la aún capital nazarí, porque Santa Fe fue fundada como campamento militar para la conquista de Granada y es la única ciudad de España que nunca fue tocada por el Islam.
Incluso esta presencia de primer momento de Fernando e Isabel en Granada, tiene aromas nazaríes, por la triste historia del último sultán, Boabdil el Chico, más poeta que político, dominado por una madre fanática y un tío ambicioso, El Zagal, que aspiraba a destronarle. Entre todos debilitaron a un ya debilitado último reino musulmán peninsular, entre todos se lo pusieron muy fácil a los reyes de Castilla y Aragón.
He querido rememorar a esta Granada perdida en la Historia y muy presente en sus monumentos y calles únicos. Me di el placer al día siguiente de mi llegada de pasar dos horas en el hammán Baños Elvira, una experiencia para el placer y la salud que todo el mundo debería al menos probar o mejor repetir una vez al mes. Una parte de la cultura del agua, que estos primero invasores, luego regalo de una cultura sin igual en la Europa de entonces, que instalaron un sistema de regadío que convirtió en vergeles tierras de secano.
Las casas y palacios con su patio o patios interiores, con fuentes cantarinas y plantas en las paredes, lo que hoy llaman jardines verticales como si fuera algo nuevo. Y la cal blanca al exterior, para frenar la penetración de los rayos solares. Un sistema para mantener frescos los interiores hasta hoy. La Alhambra es eso, un complejo de patios en el centro de construcciones decoradas con filigranas vegetales y geométricas. Solo que la Alhambra no es blanca, es roja, como su nombre indica.
Dos tablaos flamencos en el Albaicín, uno con nombre de boda gitana, La Alboreá, en la parte baja, frente a la Plaza del Triunfo y la histórica Cuesta de Gomérez, una de las subidas a la Alhambra. Otro en el alto Albaicín, los Jardines de Zoraya, un pequeño lugar donde actuaban dos estrellas del cante y baile flamencos, dos hermanas, que vienen de una muy artística saga familiar malagueña. Al cante La Repompilla, nada menos que ganadora de la Lámpara Minera 2021 en el histórico concurso del Cante de las Minas. Y su hermana la Repompa, bailaora racial donde las haya. Y todo un elenco de guitarras y más cante y baile. Eso en un local que tendrá como máximo un aforo de cincuenta personas.
La joya de la corona de mis noches nazaríes, fue en los Jardines del Generalife, donde hubo una residencia veraniega de los sultanes granadinos, fuentes y jardines que creaban un auténtico micro clima fresco, en pleno verano. De camino al espacio abierto convertido en Teatro del Generalife, las maravillosas vistas de la cercana Alhambra y del más apartado alto Albaicín al atardecer.
Como olvidar el Patio de los Aljibes, sede en 1922 de aquel Primer Concurso Nacional de Cante Jondo o Cante Primitivo Andaluz, tan lleno de memoria de Lorca.
Durante el verano, este espacio inigualable, se transforma en la sede del Festival de Granada, ideal para espectáculos de baile. Mi espectáculo, la razón por la que fui unos días a Granada, era “Picasso y la Danza, un encuentro con Lorca en Granada” última creación coreográfica de Andrés Marín para conmemorar el cincuentenario del fallecimiento del pintor malagueño y universal. Último proyecto también, en este caso sin posibilidades de continuidad, del gran cineasta Carlos Saura, que falleció poco antes de su estreno y la labor de dirección artística fue retomada por su hijo Carlos Saura Medrano. Al final fue un encuentro Picasso – Lorca – Saura, con los músicos, cante, elenco de baile e invitados de Andrés Marín, para poner música y danza a cuadros picassianos y poemas lorquianos. Un verdadero state of the arts. ¿Imaginan esto, en una noche de luna de agosto, en los jardines del Generalife, pletóricos de aromas nazaríes? ¡No es posible! Hay que estar allí.
La danza estuvo acompañada de guitarras y cantes flamencos, cantes mestizos a los que en origen las músicas árabes no le son ajenas. Músicas de Manuel de Falla, Eric Satie, Igor Stravinsky. Y es que Picasso mantuvo una estrecha relación con el flamenco hasta sus últimos días, fue el creador de la escenografía de El Sombrero de Tres Picos de Manuel de Falla para los ballets Rusos de Dhiagilev. Sin olvidar que Picasso estuvo casado con una bailarina de estos ballets, Olga Khokhlova.
¿Dónde empiezan y donde terminan los aromas nazaríes de Granada?
Sabemos cuando empezaron y sabemos que nunca acabarán, que son eternos.
A menos que un día se cumpla la leyenda de la Puerta de la Justicia de la Alhambra: El día que la mano de su arco exterior agarre la llave de su arco interior, la Alhambra caerá, porque el fin del mundo habrá llegado.
Granada no es solo un crisol de arte e historia. También lo es de hermosas leyendas nazaríes. Leyendas que en el siglo XIX, un escritor norteamericano enamorado de España y en particular de la Alhambra, Washington Irving, recopiló desde la transmisión oral secular, en un libro traducido a centenares de lenguas: Los Cuentos de la Alhambra.
Son fascinantes.
Granada, la ciudad que tanto amó Federico García Lorca, donde vivió y fue llevado a la muerte a pocos kilómetros de distancia…
Nota de la Autora:
“Aromas nazaríes de Granada” será un capítulo de mi próximo libro “Lorca y Yo”.